Graciela Cabrera dedicó gran parte de su vida a la
enseñanza. Delvisense y docente de vocación, se entregó por completo a la
educación. Fue profesora en el Instituto María Madre Nuestra de Manuel Alberti
desde los inicios de su carrera y trabajó allí durante más de 20 años. "Recuerdo
que cuando llegué, en la década del 80, ella ya estaba acá”, rememora Tomás
Llorente, el sacerdote que preside el María Madre Nuestra.
Con los años, Graciela se convirtió en toda una referente de la institución. Se
especializó en las dificultades de aprendizaje y se abocó a la tarea de maestra
recuperadora. Cultivó la paciencia y el arte de la enseñanza en un gabinete al
que asistían alumnos con diferentes complicaciones para estudiar.