En una sociedad que se aleja cada vez más de la
espiritualidad y la vida religiosa, están los que todavía eligen seguir el camino
del Señor. Este es el caso de Jerónimo (26) quien, a pesar de haber ido a un
colegio católico (fue al Instituto Madre del Divino Pastor), y de haberse
criado en una familia y en un contexto católico, hasta sus 15 años se
consideraba ateo y elegía mantenerse indiferente a todo lo concerniente con el
mundo divino.
Hasta que un día lo invitaron a misionar y ahí todo
cambió…
¿Cómo
fue el camino para llegar a ser en la actualidad sacerdote?
Mi vida fue muy tranquila, de adolescente me
gustaba jugar al fútbol, de hecho jugué dos años en Fénix, después participé en
la Liga Intercolegial de Vóley y puedo asegurar que hasta mis 15 años me
consideré ateo, la religión era algo irrelevante para mí. Hasta que un día un
grupo de una parroquia de acá de Pilar me invitó a misionar. Después de esto
hice Partida, que es un retiro espiritual de impacto y allí comencé un camino
de fe cada vez más profundo y consciente: empecé a ir los veranos a misionar a
Entre Ríos con el colegio, a hacer voluntariado en Agustino y apoyo escolar en
la biblioteca Palabras del Alma.
Creo que el encuentro con Jesús me llenó de sentido
y de una alegría indescriptible. Y mis tareas comunitarias y mi relación con Él,
fueron haciendo crecer en mí el deseo de hacer el bien al prójimo.
Pasaba el tiempo y mi deseo por ser Sacerdote se
hacía cada vez más visible y sentido pero, a la vez, estaba de novio.
El último año de colegio fue clave para decidirme a
seguir este llamado.
¿Y
qué fue lo que te llevó a tomar esta decisión?
Lo que me llevó a elegir a Jesús fue ese amor por su
pueblo, sobre todo en la misión, en el contacto con la gente y el ser canal de
ese amor y esa gracia.
¿Cómo
tomaron tus más cercanos esta elección? Particularmente tu familia
Mi familia se tomó muy bien mi elección de ser
cura. Supongo que siempre cuesta que un hijo se vaya de la casa y más cuando a
los 18 años se va al Seminario. En el caso de mis amigos, muchos de ellos que
me conocían bien me apoyaron. Hubo otros que no entendieron pero me respetaron
y a otros directamente les pareció una locura.
Yendo a la actualidad y teniendo
en cuenta que, no solo sos joven sino que trabajas con adolescentes, ¿cómo ves
la relación de los jóvenes con la Iglesia?
Hoy en
día veo que los jóvenes tienen gran necesidad de encontrar su identidad. Y por
ahí en esta búsqueda, llenan el vacío que sienten en su interior con otras
cosas vanas o superfluas. Me parece que el joven en general ve a la religión
como algo más, no logra profundizar en ella porque vive, y vivimos, en una cultura
que desfavorece esa profundización. Una cultura quizás relativista, sin un
sentido verdadero, sin sentido de moralidad. Por otra parte creo que el
Catolicismo en particular no se supo adecuar a los jóvenes, es decir, no se
presentó gustoso ni buscó adaptarse para llamar la atención de los más chicos,
lo que hace que muchos se pierdan de esto.
Los jóvenes necesitan ideales no utópicos, y sobre todo evitar a los "vende
humo”, es decir, el joven necesita testimonio de vida y líderes que vivan lo
que dicen, que sean ejemplo. Necesitan ser introducidos en el camino de fe de
un modo gradual y entiendo que muchas veces la Iglesia falla en esto y espera
de ellos un compromiso quizás alienante, lo cual es un gran error porque en la
religión no se trata de hacer proselitismo.
Por eso es clave acompañar, estar, y sobre todo escuchar.
Hace unos 10 años cuando era adolescente, no había tanta actividad como
la hay hoy, lo cual me parece genial, pero aún falta llegar a lugares
marginados, a lugares donde hay jóvenes con adicciones, y otros problemas
existenciales profundos.
¿Qué valores que
pregona la Iglesia creés que se perdieron y cuáles considerás que siguen
vigentes?
La fe aporta al hombre sentido, no solamente valores o ideales. La gente
necesita motivos, y motivos que vayan más allá de su existencia, que
trasciendan. Creo que hoy hay muchos valores que se han perdido no por los
valores mismos sino porque no hay quienes los personifiquen; si hubiera
personas que vivan los valores ¿no serían estos deseables por el bien que
producen? Los valores no pasan de moda, lo que faltan son personas que los
representen.
Además, hoy por hoy los ideales o valores que intentamos transmitir
desde la Iglesia van contra la corriente, es decir, son contrarios a lo que la
gente vive en su día a día. Un ejemplo muy concreto, que es algo que me pasa en
el colegio; les hablamos a los chicos de ser moderados, puros, morales y a la
salida están los pibes de las empresas de viajes de egresados esperándolos para
venderles un viaje lleno de excesos.
La sociedad desde la publicidad, la televisión y demás genera contra-valores,
vivimos en una paradoja constante.
Pero a lo que quiero ir es a lo siguiente: hace falta encarnar pibes y
pibas que vivan el Evangelio de Jesús y eso es re posible y es algo tremendo y
hermoso que veo y comparto. Puedo dar testimonio de muchos chicos que viven
estos valores, los simbolizan, los motivan y contagian. Esto para no decir como
plantean algunos que "la juventud está perdida”, la verdad que no es así.
¿Cuál es la tarea que
cumplís en el colegio?
En el "Parro” soy Capellán, asesor espiritual, acompaño a los chicos,
confieso, doy misa, charlo, hacemos recreos santos en la Capilla y misiones.
Básicamente los guío en procesos de fe.
Más allá de que ya
pasaron cuatro años desde que Bergoglio fuera elegido Papa, ¿creés que esto
tuvo repercusión directa en la relación que la sociedad retomó con la Iglesia?
Creo que significó un giro muy grande en la relación de la Iglesia con
la sociedad. Francisco nos enseña a no confrontar y a poner en segundo plano la
lucha racional, es decir, el querer tener siempre la razón. Nos invita a una
lucha por ganar el corazón del otro, nos exige misericordia, amor y humildad.
La sociedad se encuentra ahora con una Iglesia que se está renovando,
una comunidad de gente que no es perfecta pero que anuncia la misericordia
porque recibe misericordia. El Papa habla mucho de este tema y, sobre todo, del
anuncio testimonial, vívido, dejando de lado lo abstracto.
Creo que como Iglesia estamos ante un gran desafío de mirar a Jesús en
los pobres, en los "descartados” y me parece que esta es la línea que viene
desde el Vaticano con Francisco al frente. Como él supo decir alguna vez: "si
no hay esperanza para los pobres, no la habrá para nadie”
Jerónimo lleva un año como cura y, tal como sostiene, el llamado de
Jesús, lo hizo y lo hace feliz en lo humano y, fundamentalmente, en lo espiritual.
Así concluye esta entrevista: "aunque muchas veces uno tenga que sembrar
entre lágrimas, la cosecha siempre se hace con alegría”.