Soy mano

Mundo Conurbano

Por Graciela Labale

Por Redacción Pilar a Diario 27 de mayo de 2017 - 00:00
Ella es una mina a la que admiro mucho, siempre anda en las orillas tendiendo puentes y manos. Por eso cuando habla, cuando cuenta, cuando escribe, le doy bolilla, seguro va a conmoverme.
Y si hablamos del mundo Conurbano la sabe lunga. En merenderos, trepada en los trenes, ganándose el mango, organizando partiditos de fútbol para los chicos del barrio, en medio del barro, terminando la secundaria sin descuidar a la familia, en la puerta de las maternidades luchando contra la violencia obstétrica o sufriendo en carne propia la violencia institucional y hasta luciendo la camiseta del club de sus amores, suele vérsela superando miedos, con sus verdades a cuestas, levantando polvareda.
Y el otro día contó… Barrio Favaloro en el vecino Partido de José C. Paz. Casita pobre en la que vivía una mujer humildísima de corazón enorme, de esas que de un peso hacen 2 y que en su mesa sienta a pibes de la calle a los que cuando el frío aprieta también cobija, junto a su familia, bajo un mismo techo. Pero el "mondo Conurbano” no es fácil y muchos de esos pibes a veces andan en la cuerda floja, "dándose en la pera” y caen. Caen en las redes de transas, amparados ya sabemos por quiénes, y éstos
no perdonan. Que se quedan con un vuelto o afanan una garrafa o lo que sea y caen. Pero lo tremendo de la historia es que, como estos personajes siniestros que pretenden dominar a las barriadas y su gente no se andan con chiquitas, la venganza llega inexorable y pegan donde menos se lo espera. Incendian la casa de la buena señora y en el acto mueren dos niños inocentes, un hijito y un nieto de la doña. En medio del dolor, ahí donde nadie quiere ver, aparece quien relata la historia a dar una mano, a acompañar, a contener, a abrazar y sobre todo a visibilizar sin temores una realidad que para muchos dura lo que una nota en un noticiero de TV. La vida y la muerte son mucho más duras cuando la miseria ataca. El Conurbano arde y
duele. Pasa allí y pasa acá, a la
vuelta de la esquina. Hasta cuándo digo yo… hasta cuándo!

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